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Criado en Kensington, este sargento de la Guardia Nacional fue estacionado en una calle cerca de la casa de su infancia

Nota de la editora: Este artículo se publicó originalmente en inglés por Solmaira Valerio para Kensington Voice. Fue traducido por Solmaira Valerio y editado por Diana Cristancho para Kensington Voice

Cuando el sargento Kyle-Melnick Hoffman se ingresó a la Guardia Nacional de Pensilvania en el 2009, nunca pensó que estaría estacionado en Kensington, cerca de la casa de su infancia, donde su madre todavía vive.

Pero a partir de la semana pasada, Melnick-Hoffman fue uno de los aproximadamente 50 soldados de la Guardia Nacional estacionados usando  equipo de combate a lo largo de Kensington Avenue. Fueron desplegados del 3 al 9 de junio en respuesta a una ola de robos y daños a propiedades que ocurrieron después de  las manifestaciones por la muerte de George Floyd. Floyd fue asesinado por Derek Chauvin, un oficial de policía blanco, en Minneapolis el 25 de mayo.

“Fue irónico regresar porque, al principio, me ingrese para tener una forma de escapar del vecindario y no convertirme en otro tipo atrapado aquí”, dijo Melnick-Hoffman.

Por 24 años, Melnick-Hoffman vivió en Arbor Street e Indiana Avenue cerca de Hissey Playground. Aprendió a leer en la Biblioteca McPherson Square y se cortaba el pelo en Kensington Avenue en el salón de belleza de Vin y Kim’s. Todos los meses, regresa al vecindario para visitar a su madre y para cortarse el pelo en Vin’s.

La madre de Melnick-Hoffman, Anne Hoffman, trabajó por 15 años como disciplinaria y asistente de maestros en la escuela primaria Lewis Elkin, donde él fue a la escuela. Pero a pesar de criarlo y seguir viviendo en el vecindario, a ella le preocupaba su estacionamiento en Kensington.

“Ella estaba más nerviosa sobre mi presencia todo el día en K&A que cuando fui al Medio Oriente en el 2012″, dijo Melnick-Hoffman.

Aunque Melnick-Hoffman tiene algunos recuerdos positivos de haber crecido en el vecindario, también recuerda que a veces se ponía violento.

“Al crecer, mi madre era una madre soltera que crío a cinco hijos en una esquina donde vendían drogas”, dijo Melnick-Hoffman. “Sabía que no quería estar aquí, tenía que salir”.

El deseo de salir del vecindario motivó a Melnick-Hoffman a tomar un enfoque diferente. La universidad no le funcionó, así que se ingresó a la Guardia Nacional.

A diferencia de los militares, la Guardia Nacional es un servicio de tiempo parcial en el que muchos de los soldados son de ciertas áreas del estado. Para Melnick-Hoffman, poder servir a tiempo parcial también le permite tener una carrera civil. Desde que se ingresó, ha podido comprar su propia casa y convertirse en carpintero sindical, dijo.

Sergant Eric Torres posa frente a un puesto de observación estacionado en un estacionamiento de Walgreens en E. Allgheny Avenue el 8 de junio de 2020. (Foto de Solmaira Valerio)

‘Nosotros somos partes de estas comunidades también’

Aunque sargento Eric Torres no fue criado en Kensington donde estaba estacionado con Melnick-Hoffman,  no se crío muy lejos. Torres, de 21 años, fue criado cerca de 5th Street y Huntington Park Avenue.

“Mi abuelo estaba en la Guardia Nacional en Puerto Rico”, dijo Torres. “El era un especialista E-4 y yo siempre me dije que yo quería alcanzarlo incluso más”.

Desde que se ingresó, Torres dijo que aprendió nuevos oficios y que volvió a estudiar. También ha adquirido un nuevo sentido de responsabilidad y un sentido de comunidad, dijo.

El sargento Mataio Nuualiitia posa frente a un puesto de observación estacionado frente al Salón de Belleza de Vin en Kensington Avenue el 8 de junio de 2020. (Foto de Solmaira Valerio)

Para el sargento nativo de West Philly Mataio Nuualiitia, quien estaba estacionado con Torres y Melnick-Hoffman en Kensington, la comunidad es uno de los mejores beneficios al ingresarse.

“Esta es la hermandad y familia más grande que he conocido, el uniforme nos une a todos”, dijo Nuualiitia.

Nuualiittia dijo que él sabe cómo se ve, llegando al vecindario con todo el equipo de combate con armas cargadas, por lo tanto era importante que los soldados proyectaran la imagen y la mentalidad correctas. Todos los que estaban estacionados en Kensington se criaron en la ciudad, dijo.

“No estamos aquí para causar más daños o conflictos a estas comunidades porque también somos parte de estas comunidades”, dijo Nuualiitia. “Estamos aquí para ayudar de cualquier manera que podamos”.

La Guardia Nacional estacionada en Kensington y Allegheny Avenues posa para una foto con miembros de la comunidad en la intersección de Kensington y Allegheny Avenues el 4 de junio de 2020. (Foto de Erin Blewett)

Algunos residentes de Kensington vieron positivamente la presencia de la Guardia Nacional, mientras que otros no los querían allí o sentían que ya no era necesario.

Sin embargo, varios soldados dijeron que recibieron comentarios positivos en su mayoría de la comunidad. Los niños les trajeron agua y fotos dibujadas a mano, y los negocios les trajeron pizzas y bocadillos, dijeron.

Según Melnick-Hoffman, cree que la presencia de la Guardia Nacional en Kensington permitió a los residentes sentirse más cómodos interactuando con la policía, a quien algunas personas del vecindario temen, dijo. Además, los residentes le dijeron que era la primera vez que se sentían seguros caminando afuera con sus hijos.

El sargento Kyle Milnick-Hoffman posa frente a un puesto de observación estacionado frente al salón de belleza Vin’s en Kensington Avenue el 8 de junio de 2020. (Foto de Solmaira Valerio)

Dos identidades: ‘El Kenzo’ y el sargento de la Guardia Nacional

A medida que se acerca el final de su segundo y último contrato en la Guardia Nacional, Melnick-Hoffman no esperaba que una de sus últimas tareas importantes fuera ser estar estacionado en Kensington. Cuando se les dio su misión, algunos de los soldados estaban inicialmente preocupados de ir al vecindario y por la respuesta de la comunidad.

“Todos en mi unidad me conocen como el ‘Kenzo’, pero luego esto sucedió y todos están nerviosos preguntándome qué vamos a hacer”, dijo Melnick-Hoffman. “Yo pensé no, ustedes van a aprender. ¿Quieres burlarte de mí por los últimos 10 años por ser un Kenzo? Aquí tienes, lo vas a experimentar hoy”.

Nuualiitia dijo que al crecer a menudo escuchaba que Kensington y Allegheny Avenue eran las partes más bruscas de la ciudad a la que la gente se refería como “las Tierras Baldías (the Badlands)”. Pero, dijo Nuualiitia, la realidad del vecindario es que las personas solo están tratando de sobrevivir y están haciendo lo mejor con lo que tienen.

“Es extraño estar de vuelta en esta capacidad, pero es interesante observar a las personas que no son de la misma área y su reacción a estar aquí”, dijo Melnick-Hoffman. “Es genial porque la comunidad está dando una reacción tan positiva al hecho de que estemos aquí y ha influido en la opinión de muchos hombres sobre el lugar”.

Aunque los soldados estaban en Kensington para brindar apoyo, la misión parece haber sido también una experiencia de aprendizaje para los compañeros soldados de Melnick-Hoffman.

“Kensington no es un lugar malo, no está lleno de malas personas”, dijo Melnick-Hoffman. “Son buenas personas que han caído en malos tiempos”.

“Ojala [el gobierno] tomará en serio la epidemia, no solo el coronavirus, sino también la epidemia de opioides”, él agregó.

Traductora: Solmaira Valerio / Editora: Diana Cristancho / Diseñadora: Henry Savage

Kensington Voice es una de las más de 20 organizaciones de noticias que producen Broke in Philly, un proyecto colaborativo de reportaje sobre mobilidad económica. Lea más en brokeinphilly.org o sígalo en Twitter en @BrokeInPhilly.