Nota de la editora: Este artículo de noticias fue escrito y reportado por Lee Nentwig, gerente de corredores comerciales de NKCDC, a través de una asociación comunitaria con Kensington Voice. Durante los próximos meses, Nentwig planea destacar los pequeños negocios en Kensington y los vecindarios circundantes con el apoyo del personal de Kensington Voice.
Lo que Danny Ruiz, el propietario de la Barbería Déjà Vu dice que siempre ha disfrutado más de ser barbero son las relaciones que desarrolla con su personal y sus clientes.
Hace más de 10 años, Ruiz se entrenó para ser barbero mientras servía tiempo en prisión. Según Ruiz, la vocación le proporcionó una salida creativa y una dirección positiva en la vida.
“Cuando estaba allí, aproveché para educarme y perseguí esta meta”, dijo Ruiz. “Pero yo solo quería ser barbero. No estaba pensando en ser dueño de este negocio”.
Cuando salió de prisión, Ruiz comenzó a trabajar en un salón en la calle North Front. Según Ruiz, rápidamente se dio cuenta de que ser barbero significaba algo más que cortar el cabello; fue una oportunidad para apoyar a la gente.
“No somos solo barberos; somos como terapeutas porque lidias con personas durante años y cada persona tiene un problema”, dijo Ruiz. “Cada persona también tiene cosas buenas [en su vida]; debes descubrir cómo hablarles. Puedes darle esperanza a esa persona cuando se mira en el espejo sintiéndose bien y, créeme, hace la diferencia”.
Habiendo vivido sus propios desafíos más temprano en la vida, Ruiz se identifica con muchas de las experiencias compartidas por los jóvenes sentados en su silla. Ruiz dijo que proporciona palabras de aliento para ayudarlos a superar los momentos difíciles.
“A los niños les gusta eso”, agregó Ruiz. “Solían venir no solo por un corte de pelo, sino porque algo les molestaba: una decisión equivocada o un problema familiar o una relación. No me di cuenta de que estaba haciendo eso por ellos, que podían venir y desahogarse conmigo de esa manera. […] Eso se sintió bien”.
Construyendo un espacio de apoyo: ‘El se tomó el tiempo para enseñarme’
Cuando Ruiz abrió la Barbería Déjà Vu hace 11 años, dijo que quería crear un ambiente de apoyo para sus clientes y su personal.
Pookie, una barbera de la barbería quien solicitó ser referida solo por su apodo, ha trabajado en Déjà Vu durante más de cinco años después de haber sido entrenada por Ruiz.
“Estaba a su lado como seis horas al día, aprendiendo de verlo, y él se tomó el tiempo para enseñarme. Él es mi chico”, dijo.
Ruiz dijo que reconoció el talento de Pookie como barbera desde el principio y admiró su determinación.
“Es increíble lo que puede hacer con sus cortes de pelo, su visión y su forma de aprender a las personas”, agregó. “Ella no solo se ocupa de los cortes de pelo. Ella lidia con todos”.
Pookie y Ruiz dijeron que ella enfrentó discriminación desde el principio por parte de hombres a quienes no les gustaba ver a una mujer detrás de la silla. Los clientes intentarían intimidarla y hacerla sentir como si no perteneciera a la industria. Pero a Pookie le encantaba la profesión y, al igual que Ruiz, valoraba las amistades que surgían de ser barbero. Esa pasión combinada con el aliento de Ruiz la mantuvo animada a seguir adelante.
“Me importa menos el dinero, pero amo lo que hago. Por eso llegué tan lejos”, ella agregó.
Invirtiendo en la comunidad
Las formas positivas en que los empleados reciben apoyo en Déjà Vu se trasladan a las relaciones del personal con sus clientes y miembros de la comunidad.
Los clientes sin cita y los niños siempre son bienvenidos en Déjà Vu. Cada agosto, cuando comienza el nuevo año escolar, los empleados de Déjà Vu ofrecen cortes de pelo gratuitos a los niños del vecindario durante tres días y entregan mochilas gratis.
A un nivel más personal, durante la entrevista, Ruiz señaló una foto en el refrigerador de un cliente de Déjà Vu que había fallecido recientemente, un hombre mayor llamado Bolo. Según Ruiz, Bolo y muchos de los hombres de su familia, hijos, nietos y sobrinos, han sido clientes de Déjà Vu durante años. Su funeral se llevaría a cabo más tarde esa semana. Ruiz y miembros del personal de la barbería planeaban asistir.
Unos minutos después, el sobrino de Bolo pasó por la tienda y le dio las gracias a Ruiz por invertir en sus clientes.
Superando dos años difíciles de la pandemia
COVID-19 devastó el negocio en 2020, dijo Ruiz. A partir de marzo, la barbería estuvo cerrada durante varios meses debido a la orden de la Ciudad de Filadelfia de cerrar temporalmente todos los negocios no esenciales.
Según Ruiz, todos los barberos de Déjà Vu, incluido él mismo, tuvieron que dejar de trabajar para ser elegible para beneficios de desempleo. Para Ruiz, fue difícil acceder al Programa de protección de pago financiado por el gobierno federal para pequeños negocios, por lo que usó sus propios beneficios de desempleo desde el principio para cubrir la renta de la barbería.
Una vez que se permitió que la tienda reabriera en junio, Ruiz dijo que descubrió que los daños en las tuberías causados por la construcción detrás de Déjà Vu habían inundado toda la barbería. Los pisos se arruinaron, junto con los muebles, y Ruiz tuvo que pagar miles de dólares de su bolsillo por las reparaciones. El propietario del edificio no le reembolsó.
Además de los costos de reparación, cuando Ruiz y su personal estaban haciendo las reparaciones, Déjà Vu recibió una multa del Departamento de Licencias e Inspecciones de la Ciudad por no tener los permisos adecuados para realizar tales renovaciones.
A pesar de todo esto, Ruiz dijo que seguía determinado a seguir adelante, y que su personal y sus clientes estaban allí para apoyarlo. Eventualmente, el negocio se recuperó. Ruiz también pudo acceder a fondos de ayuda federal en forma de un Préstamo de desastre por daños económicos.
“Desde que superamos esa oleada de COVID y todavía estamos aquí, siento que estoy hecho para esto porque fue un gran sacrificio”, agregó.
‘Esperamos un nuevo comienzo’
Ahora, Ruiz y los barberos de Déjà Vu miran hacia el futuro. La barbería se mudará a una nueva tienda en Kensington en 2006 N. Front St. esta semana. La nueva ubicación proporciona más espacio, lo que permitirá al personal ofrecer más servicios a la comunidad.
El diseñador gráfico Johnny Aponte, propietario de la marca Wicked Hearts, imprimirá ropa para Déjà Vu y su propia marca en la nueva ubicación. Déjà Vu también comenzará a ofrecer servicios de belleza y cuidado para mujeres. La socia de Ruiz, Cheryl Lutts, incluso organizó servicios de asesoramiento financiero en la tienda para apoyar a las madres solteras de la comunidad.
“Ahora, esperamos un nuevo comienzo”, dijo Ruiz. “Estamos al tanto de lo que está pasando en el mundo. La economía es mala. Mucha gente está sin trabajo. Mucha gente tiene hambre. Muchas familias se están separando. Ojalá que nos mantengamos vivos, que la gente sonríe y que la gente desee cosas buenas”.
Para ver lo que Déjà Vu tiene reservado para el futuro, sigue la barbería en Instagram aquí.
Traductora: Yuney Garcia / Editoras: Solmaira Valerio, Zari Tarazona / Diseñador: Khysir Carter