Nota de la editora: Este artículo fue originalmente publicado en inglés por Sabrina Vourvoulias para Generocity. Fue traducido por Diana Cristancho y editado por Zari Tarazona y Sabrina Vourvoulias para Kensington Voice.
Carmela Apolonio Hernández se ha refugiado en sitio 24 horas al día y 7 días a la semana desde el 13 de diciembre del 2017. Así que el 1 de abril al mediodía, en una reunión que se llevó a cabo en línea, tenía mucha sabiduría acumulada que compartir con los espectadores, que enfrentan quedarse en casa durante la pandemia del COVID-19.
En 2017, Apolonio Hernández y sus cuatro hijos, Fidel, Keyri, Yoselin y Edwin, empezaron a vivir en un par de habitaciones en Church of the Advocate en Diamond Street y luego, en 2019, se mudaron a alojamientos similares en la iglesia menonita de Germantown.
Nuevo Movimiento Santuario (NSM) organizó la reunión en Zoom para que Apolonio Hernández pudiera hablar sobre cómo ha logrado sobrevivir más de dos años bajo las restricciones de santuario. También entre las personas en la videoconferencia se encontraban el reverendo Adán Mairena, de West Kensington Ministry, y Angela Navarro, quien del 2014 al 2015, permaneció 59 días en santuario en una habitación de la iglesia donde Mairena es el pastor.
“¿Te acuerdas de esto?” Mairena le preguntó a Navarro, moviéndose para que los contornos de la habitación en la que él estaba sentado, la habitación que Navarro había compartido con sus dos hijos pequeños, se hicieran visibles.
“Sí”, respondió Navarro suavemente. “Sí, lo recuerdo”.
Hay una fortaleza tranquila evidente tanto en Navarro como en Apolonio Hernández que hace que uno entienda —incluso a través de la distancia que agrega la pantalla—que cuando dicen que la fe les ha ayudado durante su experiencia en santuario, no es simplemente una expresión de piedad cómoda.
En una época, poco después de que entró en santuario, Apolonio Hernández ni siquiera quería levantarse de la cama. Dios —dijo— le dio la fuerza para levantarse y encontrar su vida.
Después de hablar un poco sobre su fe y del estado de su caso de deportación, además de sus temores sobre COVID-19 y cómo la situación ha cambiado nuevamente ahora que los niños no pueden salir de la casa para ir a la escuela, Apolonio Hernández se centró en compartir las maneras en que ha aprendido a sobrevivir durante los años en santuario.
Aquí están cuatro enseñanzas para sobrevivir mejor si usted tiene que refugiarse donde se encuentre:
1. Encuentre una pasión, vuelva a aprender una habilidad antigua o use YouTube para aprender a hacer algo nuevo.
“He sobrevivido con mis plantas”, dijo Apolonio Hernández. “Tengo mis plantas y aunque no lo crean ellas me dan fuerza también. Tengo matas de limón, de sábila … muchas plantas medicinales que me han dado la gente … Ya viene el verano ¿verdad? Y ya estoy plantando mis plantas también. No sé cómo vaya a dejar la iglesia — como una selva.”
Apolonio Hernández dijo que cuando entró por primera vez en santuario y el estrés era intenso, comenzó a bordar, una manualidad que aprendió de joven que tenía mucho tiempo sin hacer. Junto con Blanca Pacheco, codirectora de NSM, Apolonio Hernández recibió una subvención de ‘arte y cambio’ de la fundación Leeway en 2019 para enseñarles a otras mujeres cómo bordar un tapiz en honor a ambos las familias inmigrantes que viven en santuario y la lucha comunitaria por justicia social. Las clases se llevaron a cabo desde sus habitaciones en la iglesia.
Dijo que también miraba muchos videos de YouTube, y así aprendió crochet y a tejer los aretes que vende.
2. Aproveche la tecnología.
“Me alegro de esta parte”, ella dijo durante la conversación del 1 de abril, “de que la tecnología esté bien avanzada y que podamos hacer estas videollamadas, y por lo menos podemos comunicarnos de esta manera”.
Apolonio Hernández dijo que durante sus años en santuario ha establecido buenas comunicaciones. “Yo tengo videollamada los martes con más personas en santuario, —dijo— y cada quien tiene su labor, cada quien pasa su tiempo haciendo una cosa, haciendo otra y nos damos ánimo. Y hablamos de nuestro caso, como vamos, que es lo que pensamos hacer, cómo vamos a luchar, que lo que estamos logrando hacer. Y para eso son las llamadas”.
También mencionó que habla con cierta frecuencia con miembros del clero en uno de sus grupos de WhatsApp. La han ayudado con su caso de deportación, escribiéndole cartas de apoyo y más.
3. Deje que sus hijos sepan que está experimentando lo mismo que ellos.
Ya que la escuela se realiza ahora por Internet y sus hijos ya no salen de la vivienda en la iglesia para ir a escuela, Apolonio Hernández dijo que su hija mayor se está sintiendo estresada por el encierro.
“Hemos tenido terapia para eso —dijo— por ejemplo, el terapista dice que cuando ella diga ‘oh, yo ya me quiero ir, quiero salir de aquí,’ yo le diga ‘yo también tengo esa necesidad, yo también quiero salir de aquí, también ya me quiero ir, pero no podemos hacerlo”.
Ella dice que quiere que su hija sepa que tiene las mismas preocupaciones y siente las mismas ansiedades, para poder caminar cada una en los zapatos de la otra.
“Yo trato con ella, ‘podemos hacer esto, mira vamos a hacer pizza’ —agregó— aunque duras nos salen, pero las hacemos. No sabemos hacer pizza, entonces hicimos pizza con ella, hacemos panes, variedad de cosas … es como nosotros estamos aquí, yo distrayendolos a ellos, para que ellos puedan seguir luchando”.
4. Lo más difícil es la idea de estar separada de su familia.
Durante el año en que vivieron en santuario en Church of the Advocate, uno de los hijos de Apolonio Hernández se enfermó y fue hospitalizado. Debido a su estado de documentación, ella no pudo acompañarlo al hospital.
Quizás el recuerdo de esa separación vuelve, tanto para la madre como para el hijo, cada vez que oyen noticias sobre familias separadas por el COVID-19, porque Apolonio Hernández dice que sus hijos han comenzado a hacerse un jugo de betabel/zanahoria/naranja para fortalecer la inmunidad.
Vivir en santuario y encontrarse siempre en las mismas cuántas habitaciones realmente es agotador, dijo Apolonio Hernández. Y cree que puede provocar enfermedades. Está orgullosa que sus hijos sean muy conscientes de la salud en lo que beben y las comidas que preparan para sí mismos cuando no quieren comer sus platillos mexicanos típicos.
Finalmente, la salud y la familia son el núcleo de su mensaje.
“Cuídese. Quédese en casa”, Apolonio Hernández le dijo a los espectadores al concluir la videoconferencia. “No salga de su casa a menos que tenga que conseguir comida, o si está obligado a trabajar. Tóme este tiempo para acercarse más a su familia”.
Traductora: Diana Cristancho / Editoras: Zari Tarazona, Sabrina Vourvoulias / Diseñadora: Jillian Bauer-Reese
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