Nota de la editora: Esta historia fue publicada originalmente por el periódico local Metro Philadelphia.
Al crecer en Juniata, Michelle Shaw vio cómo las patinadoras artísticas Michelle Kwan y Tara Lipinsky competían por las medallas olímpicas.
La pista de hielo del Scanlon Recreation Center no estaba lejos de su casa, y ella fue allí para perfeccionar sus habilidades de patinaje artístico. Pero a medida que avanzaba en el deporte, se encontró con obstáculos financieros. Las familias de patinadores de primer nivel suelen gastar decenas de miles de dólares al año.
“Empecé a tomar algunas clases en Jersey, pero son muy caras”, dijo Shaw, ahora asistente legal de 32 años que vive en Kensington.“Básicamente habían barreras para mí, me sentía como si no pudiera hacer mucho”.
Shaw, con la ayuda de entrenadores voluntarios y el apoyo del Departamento de Parques y Recreación de la ciudad, ha creado un programa de patinaje artístico y económico en la pista de Scanlon, que está ubicada en el vecindario de Harrowgate.
Su objetivo es abrir oportunidades para los jóvenes, convenciéndolos de que el patinaje artístico no es solo un deporte para personas blancas de familias ricas.
Los patinadores entrenados en Scanlon han competido en eventos regionales y el centro recreativo tiene su propia competencia y espectáculo sobre el hielo.
Además de un grupo central de patinadores expertos, las familias traen a los niños los sábados a Scanlon para una serie de clases económicas para principiantes y de nivel medio, separadas por grupos de edad y experiencia.
Eventualmente, Shaw, quien asumió el liderazgo del programa de patinaje artístico del centro recreativo después de regresar a casa de la universidad hace una década, espera formar un club oficial de patinaje para que más jóvenes puedan participar en las competencias.
“¿Todos los niños pueden participar a nivel nacional? No”, dijo Shaw. “Pero, ¿podemos crear oportunidades para que participen en competencias, como viajar a Hershey, a Bethlehem, a Maryland, hacer cosas así? Sí.”
Justo después de las 3 pm. los sábados por la tarde, se ven los niños pequeños de 2 o 3 años, con zapatillas de patinaje azules y rojas que parecen andadores, dando sus primeros pasos sobre el hielo. El grupo de 6 y menores de Scanlon es popular, y las caídas y las lágrimas no son infrecuentes.
En otra sección de la pista, los niños mayores que ya no necesitan andadores, pero que todavía están aprendiendo, practican sus habilidades.
Suzanne Seesman, de Port Richmond, había llevado previamente a su hija a una sesión pública de patinaje, pero Francina, de 4 años, necesitaba un poco más de orientación.
“Una vez que se unió al grupo, se enfocó en todo”, dijo Seesman. “Nos encanta venir aquí, y ella siempre ve amigos del vecindario”.
Los padres se maravillan con el costo: solo $5 por clase para principiantes, que incluye el alquiler de patines, y $7 para instruccion avanzada.
“Si haces algo en otro lado, es más caro”, dijo Yaiheli Ruiz, del noreste de Filadelfia, quien comenzó a traer a sus hijos, Brandon, de 9 años, y Amaya, de 5, a Scanlon el mes pasado.
Ruiz no sabe patinar, pero “tal vez la próxima vez, estaré allí”, agregó, señalando hacia el hielo.
German Cumbe, de 44 años, residente de Frankford, dio ese paso hace varios años. Él había estado trayendo a su hija, Beniris, que ahora tiene 14 años, aunque nunca se había puesto un par de patines. Luego, Cumbe comenzó a participar en las clases, las cuales también están abiertas a adultos.
El compara deslizarse sobre el hielo con montar en motocicleta. Hay una sensación de libertad dentro de la pista, explicó Cumbe.
“Tu no piensas en nada”, dijo. “Todos tus problemas desaparecen”.
El sábado, Cumbe ascendió al nivel de clase más alto, conocido como avanzado dos, con los patinadores de más experiencia. Está considerando participar en una competencia de patinaje artístico en un futuro cercano.
Para participar en una competencia de la Asociación de Patinaje Artístico de EE. UU., un patinador debe ser parte de un club reconocido. Scanlon no es uno, por lo que Shaw inscribe a los participantes a través de un club para el que ella trabaja, Hollydell Skating Arena en Sewell, Nueva Jersey.
El mes pasado, Shaw llevó a un competidor a un evento en Maryland y cinco patinadores de Scanlon compitieron en Belén en noviembre.
Durante los cursos avanzados, los patinadores perfeccionan sus giros y sus saltos.
Marmia Day, de 27 años, de Logan, está trabajando en un eje, es el salto más difícil del deporte. Cuando era niña, ella siempre quiso patinar, pero sabía que no debía preguntar al respecto. Day supuso que el tiempo en el hielo sería demasiado caro para su familia.
“Lo convierte en una posibilidad en lugar de un sueño”, dijo ella refiriéndose al programa de Scanlon.
Cheryl Speitzer, que vive en Point Breeze, suele llevar a sus hijas, Lucy, de 8 años, y Amelia, de 6, a la pista de Dilworth Park. Sin embargo, después de una visita inicial a Scanlon, las chicas insistieron en regresar.
“Creo que es un recurso subutilizado que es ofrecido por la ciudad”, dijo Speitzer.
Parques y Recreación opera cinco pistas que son propiedad de la ciudad, incluida Scanlon, que permite a las personas acceder a la pista sobre el hielo de forma gratuita, con una pequeña tarifa por el alquiler de patines, durante las sesiones públicas.
En el año 2011, Scanlon, que había estado semi al aire libre y solo abierto en temporada, se cerró y se convirtió en una instalación abierta todo el año, gracias en parte a una donación de la Ed Snyder Youth Hockey Foundation.
La pista, de Venango Street, a pasos de la estación Tioga de la línea Market-Frankford, se encuentra en un código postal de mayoría hispana, el programa de Scanlon atrae a una multitud diversa, a pesar de la reputación que tiene el patinaje artístico.
Una serie de artículos durante los Juegos Olímpicos de Invierno del año pasado señalaron que el equipo de EE. UU. no incluía patinadores negros o hispanos.
“Simplemente siento que este programa puede unir a personas que nunca se habrían conocido sin él”, dijo Shaw. “Hay gente de todos los ámbitos de la vida ”.
Channelly Torres, de 22 años, una de las instructoras voluntarias de Scanlon, habla español, lo que tranquiliza a algunos de los estudiantes.
“Tenemos muchos hispanohablantes aquí que no hablan inglés con fluidez, y poder proporcionales eso a los hispanohablantes es honestamente una bendición”, dijo a Metro.
Torres creció cerca del centro recreativo y fue una de las primeras estudiantes de Shaw. Ella se enamoró del deporte y ha estado enseñando a otros jóvenes como una forma de retribuir.
“Para mí es como ver esa chispa, como cuando se enciende su luz y lo entienden”, explicó Torres, durante un receso de la clase. “Eso es lo que me da alegría”.
Traductora: Yuney Garcia Editoras: Solmaira Valerio Diseñadora: Zari Tarazona
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