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Los hospitales del área de Filadelfia se preparan para una oleada de coronavirus: 'No estamos más de 2 semanas detrás de N.Y.C.'

Los empleados siendo escaneados para la temperatura mientras ingresan al hospital de la University of Pennsylvania. (William Connelly/Penn Medicine)

Nota de la editora: Este artículo fue originalmente publicado en inglés por Marie McCullough y Lisa Gartner para The Inquirer. Fue traducido por Solmaira Valerio y editado por Diana Cristancho y Zari Tarazona para Kensington Voice.

Liz Schofield escuchó mientras el teléfono sonaba una vez, luego dos veces, antes de que una mujer contestara. 

“Llamo para ponerme en contacto con usted acerca de los resultados de su prueba”, dijo Schofield, una enfermera de cuidado crítico de Main Line Health, haciendo una pausa para dejar que sus palabras se absorben. “Lamento decirle que ha dado positivo por el coronavirus”.

Schofield ya había estado hablando por teléfono durante casi dos horas el miércoles por la mañana. Cada llamada, alrededor de 20 a las 11 a.m., había sido para informar a las personas que estaban infectadas. Uno de ellos le dijo a Schofield que tenía una esposa inmunocomprometida y estaba preocupado de que ella muriera si le transmite el virus. Durante una llamada con un hombre de 37 años, la misma edad que Schofield, ella podía escuchar a los niños pequeños en el fondo.

“Es difícil”, Schofield dijo, trabajadora del equipo del “COVID Communications” de Main Line en las oficinas corporativas en Radnor. “Solo espero que ellos se mejoren”.

En todo los Estados Unidos, hospitales han estado lidiando con un desastre de enfermedad que empeoró por la falta de acción del gobierno federal en las primeras semanas, cuando podría haber sido posible una mejor contención. Ahora, con los números de casos de los Estados Unidos explotando, las pruebas siguen siendo un cuello de botella y hay una grave escasez de todo, desde máscaras de cara de baja tecnología hasta respiradores de alta tecnología. En la ciudad de Nueva York, un médico en un hospital que tuvo 13 muertes en un día le dijo al New York Times hace unos días que la situación era “apocalíptica”.

Los hospitales del área de Filadelfia ahora se están preparando para “una oleada”. Ese es un término médico que se refiere no sólo al diluvio de los pacientes, pero también a cómo los hospitales planean hacer lo casi imposible: proporcionar el cuidado adecuado sin los recursos adecuados.

“Anticipamos que no estamos más de dos semanas detras de la ciudad de Nueva York”, dijo el jueves P.J. Brennan, director médico del University of Pennsylvania Health System. “Los casos se duplican cada dos o tres días. Anoche tuvimos 46 casos confirmados. Haga los cálculos”.

La matemática sugiere que en dos semanas, en el 9 de abril, los seis hospitales de Penn, incluyendo el mejor conocido en el oeste de Filadelfia, podrían tener al menos 1,472 pacientes con el coronavirus. Y se proyecta que el pico de la crisis, dijo Brennan, sea a fines de mayo o junio.

Hospitales están esperando que las órdenes de quedarse en casa y el distanciamiento social de el estado disminuyan el tsunami de la enfermedad, manteniendo el número diario de casos en un nivel relativamente manejable. Pero 1 de cada 20 personas que se infectan necesitan hospitalización, sugieren los datos mundiales.

“El alcance de la oleada y cuánto durará es difícil de predecir”, dijo Bruce Meyer, presidente del Jefferson Health System. “Hay muchas variables. ¿Cuánto dura la hospitalización? ¿Cuál es la capacidad de atención en casa? Y no sabemos cómo incluir nuevos tratamientos potenciales”.

Una mascara. Hágala durar. 

Terapias efectivas, si llegan, no llegarán pronto, entonces los hospitales grandes y pequeños están reutilizando, reconfigurando y reinventando sus operaciones.

Jefferson está trabajando con diseñadores de tela en sus instalaciones de East Falls, el antiguo Philadelphia Textile Institute, para hacer máscaras faciales y encontrar formas de volver a esterilizar las usadas.

Temple University acordó dejar que la ciudad use el Liacouras Center según sea necesario para expandir la capacidad de camas hospitalarias de Filadelfia. Mientras tanto, el sistema de salud de Temple convirtió todo su Boyer Pavillion, un edificio de 10 pisos normalmente dedicado a neurocirugía y cirugía ortopédica, en un hospital para el coronavirus.

“Tiene un garaje de estacionamiento y todo separado, para que podamos separar los casos confirmados del coronavirus”, dijo Michael Young, presidente del sistema de Temple.

Temple y mucho otros hospitales han instalado tiendas de campaña fuera de sus departamentos de emergencia para que las personas con síntomas respiratorios puedan ser evaluados sin exponer a otros pacientes. Virtua Health System, el sistema más grande del sur de Jersey, también ha convertido el auditorio de su hospital de Camden en un centro de “clasificación”.

Las estrategias de extracción de Penn incluyen la conversión de espacio en el anterior Graduate Hospital, que es ahora un centro de rehabilitación y está corriendo para establecer una unidad de cuidados intensivos de 118 camas en los primeros dos pisos de la torre de pacientes Pavilion, que todavía está en construcción, por $1.5 billones.

De pronto la mayor lucha para los hospitales es manteniendo sus recursos más preciados, los trabajadores, saludables.

Penn, por ejemplo, ahora verifica las temperaturas de los empleados en las entradas del hospital. Si parecen estar bien, obtienen una máscara quirúrgica para usar durante su turno; la máscara se almacena en una bolsa y se reutiliza diariamente a menos que se rasgue o esté visiblemente sucia. En tiempos normales, no todo los empleados se pondrían máscaras, e incluso aquellos que ofrecen cuidado al paciente no usarían máscaras en todo momento.

(William Connelly/Penn Medicine)

Los riesgos personales son implacables. Muchos médicos y enfermeras sienten que han sido arrojados a una guerra, dijo el oncólogo Ravi Parikh, un médico del VA Medical Center en el oeste de Filadelfia.

“Pero a diferencia de las guerras tradicionales”, él y dos colegas escribieron en un artículo de opinión para The Inquirer, “estos soldados no duermen en trincheras; vuelven a casa cada noche. Cada viaje a casa requiere un compromiso renovado de contención, para aislar a sus familias de la enfermedad que han pasado el día peleando”.

Los hospitales están suplicando literalmente por las provisiones que necesitan para esa pelea. En Einstein Healthcare Network, operador de un hospital importante de redes de seguridad en el norte de Filadelfia, los departamentos claves han cambiado a buscar y fabricar equipos de protección.

La oficina de recaudación de fondos “se ha transformado de la noche a la mañana para liderar la gestión y asegurar las donaciones de PPE para nuestros empleados de primera línea”, dijo el portavoz de Einstein, Damien Woods. “Nuestro equipo de administración de instalaciones convirtió su oficina en una fábrica improvisada para construir protectores faciales caseros. Los hospitales han cambiado increíblemente en las últimas semanas “.

La prueba todavía se toma demasiado tiempo

En medio del estrés y la agitación, muchos oficiales del hospital se niegan a ser sinceros sobre sus planes. Cuando se les preguntó acerca de sus preparativos para la oleada, varios sistemas, incluyendo Cooper University Health Care en Camden, el Veterans Affairs Hospital en Filadelfia y Trinity Health, que opera el Mercy Catholic Medical Center en Darby, respondieron con respuestas inconcretas o no dijeron nada.

Al contrario, el miércoles Main Line permito que un reportero y un fotógrafo de The Inquirer hablara con doctores en Lankenau Medical Center, uno de sus cuatro hospitales suburbanos de cuidados agudos, y que recorriera el “centro de comando” en las oficinas corporativas.

Además de responder las preguntas de los médicos y empleados, el centro de comando llama a los pacientes con resultados de las pruebas. Schofield y otras seis enfermeras trabajaron los teléfonos el miércoles en mesas dispuestas en forma de U alrededor de un tablero. Primero, llamaron los pacientes que iban a recibir malas noticias para que pudieran comenzar a mantenerse alejados de los familiares lo más rápido posible.

“Queremos que se ponga en cuarentena por 14 días”, Schofield le dijo a una mujer quien estaba sintiendo síntomas leve. “Parece que estará bien, pero consulte a un médico si comienza a notar dificultad para respirar”.

Los hospitales están planificando escenarios que los profesionales de la salud nunca esperan confrontar, desde decidir qué pacientes críticos pueden usar respiradores escasos, hasta dónde se pueden almacenar de manera humana los cadáveres si se sobrepasan las morgues.

“El estado de ánimo ha sido ansioso”, dijo Matthew Gietl, asistente del gerente de enfermería de Lankenau Medical Center, un hospital que tiene 341 camas en Lower Merion Township. “La ansiedad simplemente se mantiene, con todos esperando que llegue esa oleada”.

En Lankenau y otros de sus hospitales, Main line ha erigido carpas donde las personas pueden tomar muestras del virus mientras están en sus carros. De las 2,000 personas que han dado muestras, casi una cuarta parte habían dado positivo por el virus, mientras que otras 1,000 personas esperaban sus resultados desde el miércoles.

El sistema hospitalario tiene acceso a 201 respiradores, con “docenas en orden”, dijo Jack Lynch, director ejecutivo y presidente de Main Line. La capacidad de cuidados intensivos del sistema podría crecer de 131 camas a 250 con la conversión de otros espacios, como las áreas preoperatorias y postoperatorias.

Los voluntarios y estudiantes de medicina han sido enviados a casa para minimizar el riesgo de la propagación, pero se les podría pedir a los estudiantes que regresen si es necesario.

Los oficiales están preocupados de gastar su suministro de equipos de protección, pero dicen que una reciente donación de 8,000 máscaras los ha mantenido en funcionamiento, por ahora. “La mayor necesidad que tengo en este momento son las pruebas rápidas”, dijo Mark Ingerman, jefe de enfermedades infecciosas del sistema.

Main Line podría hacer pruebas moleculares de 45 minutos, si el gobierno federal enviará los reactivos químicos vitales para el proceso. Por lo tanto, al igual que otras instalaciones, debe enviar muestras y esperar hasta cinco días para obtener los resultados.

Durante ese retraso, los trabajadores del hospital y los pacientes deben suponer que los pacientes pueden ser contagiosos y que se deben usar suministros preciosos para su tratamiento.

“Lo más rápido que recuperemos esas pruebas, lo mejor que es”, dijo Ingerman.

Para los peores escenarios, Main Line está esperando orientación estatal sobre cómo priorizar a los pacientes si los respiradores deben ser racionados. Y planea traer camiones refrigerados si las morgues se llenan.

“No sé dónde los estacionarían”, dijo Lynch, “pero cualquier cosa que hagamos, manejaríamos a los fallecidos con gran respeto y gran cuidado”.

La escritora del personal Wendy Ruderman contribuyó a este artículo.


Traductora: Solmaira Valerio / Editoras: Diana Cristancho, Zari Tarazona / Diseñadora: Jillian Bauer-Reese

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