Nací el 5 de junio de 1992 en Filadelfia y mi madre me crió en un hogar unifamiliar. Soy el menor de cuatro hermanos. Tengo dos hermanas y un hermano, y un padre que nos cuidó hasta que mis padres se separaron. Algunos de los primeros recuerdos que tengo se remontan a vivir en los proyectos Passyunk en el sur de Filadelfia. En ese tiempo, era un lugar indeseable para vivir. Los vecindarios chocaban debido a que los proyectos de viviendas para personas de bajos ingresos invadían las comunidades. La violencia con armas de fuego era prevalente y la pobreza tocaba nuestras puertas.
En 1998, mi madre compró su primera casa en Kensington, la cual, en retrospectiva, fue una medida que nos afectaría de muchas maneras. Kensington no siempre fue tan diverso como lo es ahora en 2021. En 1998, el vecindario era predominantemente caucásico y solo había otra familia negra que vivía en nuestra calle. A nuestra llegada, recibimos miradas incómodas, actitudes negativas y, me atrevo a decir que experimentamos racismo. La única forma de enfrentar a estas cosas era ir a la escuela y practicar deportes, específicamente fútbol.
Después de transferirme de la escuela F. Amedee Bregy en el sur de Filadelfia, mis hermanos y yo asistimos a la escuela John H. Webster en Kensington. Webster nos dio una educación académicamente sólida, a costa de ser acosados por otros niños. Recuerdo que me cayeron encima, escupieron, insultaron y me acusaron de cosas que no hice, lo que me llevó a múltiples suspensiones. Fui retenido y tuve que repetir segundo grado. Lidando con mis compañeros de clase no tan amigables afecto mi capacidad para concentrarme.
Fue una época difícil, pero fue donde aprendí a ser resiliente y a luchar. Defendiendome a mí mismo no solo detuvo el acoso, sino que me permitió concentrarme más académicamente. Llevé ese mismo espíritu a jugar al fútbol para los Leprechauns de Port Richmond en 1999 y me ayudó a convertirme en un mejor jugador. La escuela y el fútbol se convirtieron en mi motivación para enfrentar toda la violencia y el caos que me rodeaba en Kensington. Ser resiliente y aprender a defenderme me ayudaría a asistir a la escuela secundaria John Paul Jones (ahora Memphis Street Academy), que era otra escuela difícil de Kensington.
Para cuando me inscribí en la escuela preparatoria Mastbaum en 2009, tenía una idea de la persona que quería ser para los demás y cómo quería vivir mi vida. El acoso y las burlas se habían detenido por completo y, como un joven negro, me enfrenté a nuevos desafíos, como cómo iba a sobrevivir después de la escuela preparatoria. Al observar a los demás, había visto a Kensington convertirse en un lugar en el que, si hacías los movimientos equivocados o tomaste el camino equivocado, podrías caer en un abismo profundo y oscuro.
Yo creo que el miedo a convertirme en lo que me crié observando en Kensington jugó un papel importante en cómo enfrenté mi tiempo en Mastbaum. Era solo un niño antes, pero todavía recuerdo haber estado enfocado académicamente y enfocado en la cancha de fútbol americano con la esperanza de recibir una beca deportiva. Era bastante difícil sobresalir en cualquiera de los dos porque la escuela no tenía suficientes fondos. Los maestros no tenían las herramientas necesarias para hacer su trabajo de manera efectiva, y la mayoría de los maestros venían a trabajar, no por dedicación a sus estudiantes o pasión por el trabajo, sino para cobrar un cheque. Hice el esfuerzo de crear buenas relaciones con maestros que podrían convertirse en mis mentores durante mi viaje a la escuela preparatoria.
En los deportes, era difícil salir adelante y tener éxito. Mastbaum no tenía el lujo ni los fondos para proporcionar suficiente equipo, lo que afectó nuestro desarrollo. Para el equipo de fútbol, no había una cancha de fútbol americano para practicar, así que practicamos en el sótano de la escuela. Los maestros ocuparon puestos de entrenador principal, para los cuales no estaban calificados debido a la falta de fondos. Nuestros entrenadores no sabían cómo evaluar adecuadamente el talento o el plan de juego de una manera lo suficientemente estratégica como para que ganáramos ni siquiera la mitad de nuestros juegos. Una colaboración de estos problemas, como la falta de fondos y entrenadores no calificados, me ayudó a concentrarme más académicamente a pesar de que amaba el juego.
Cuando llegó el momento de graduarme de Mastbaum en junio de 2011, había aceptado una oferta para asistir a Penn State con una beca académica. Creo que la constante competencia amistosa entre compañeros estudiantes que también entendieron que no querían ser un producto de su entorno produjo una chispa en mí. Nos reunimos como ninguna otra clase y comprendimos la magnitud de la vida después de la escuela preparatoria. Esto me mantuvo resiliente a través de todos los obstáculos que Mastbaum y Kensington me lanzaron.
Aproveché al máximo mi tiempo en Penn State. La universidad abrió mi perspectiva. He conocido a tantas personas diferentes de diferentes culturas y países, y me encontré conociendo más que Kensington al estar rodeado de personas que me permitieron observar otros entornos. Resulta que quería más de la vida. He experimentado suficiente acoso y años de adolescencia llenos de decepción para saber que merezco más. Desde el principio me di cuenta de que la única persona que iba a conseguir más por mí era yo mismo.
Después de dejar Penn State y saltar de un trabajo a otro, decidí apostar por mí mismo y embarcarme en una nueva carrera como agente de bienes raíces. En mi trabajo, puedo ser mi propia persona mientras creo y hago negocios de la manera que mejor me parezca. No dejo que otros caminen sobre mí, ni dejo que las situaciones me definan. Si se me presenta algún obstáculo, sé que soy lo suficientemente resiliente como para recuperarme y evitarlos por completo. En estos días, espero obtener altos ingresos brutos comisionables y poder crear un portafolio de inversiones lucrativo.
El objetivo final para mí ahora es la preservación y la longevidad. Quiero estar cómodo mientras tengo una vida larga y próspera. En cierto modo, escuelas como Mastbaum fueron todo lo que necesitaba a lo largo de mi viaje en la vida. Jugó un papel muy importante en mi desarrollo y en lo que soy hoy. Encontré una sensación de paz al aceptar que estas escuelas no eran las mejores. Esa misma aceptación fue la chispa que necesitaba para llevarme a donde estoy hoy.
Traductora: Mónica Perez / Editora: Mónica Perez, Solmaira Valerio / Diseñador: Henry Savage
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